Con los chicos, trabajaremos: objetos celestes, su ubicación, fenómenos astronómicos y mitología.
Leyenda de Orión
Orión era hijo de Neptuno. Era gigante, trabajador y de buen aspecto. Se había enamorado de Merope, la hija del rey Enopión. Orión hizo todo lo posible para conseguirla como esposa, pero su padre nunca accedía a su petición. Un día, Orión trató de tomarla por la fuerza y su padre se enojó tanto que lo dejó ciego.
Vulcano se apiadó del pobre Orión, puso a uno de sus hombres, Quedalión a su disposición. Este lo cargó sobre sus hombros y lo llevó a la morada del sol, donde recobró la vista.
A partir de ese momento, Orión se quedó junto a Diana compartiendo sus cacerías y parecía que estaban enamorados.
El hermano de Diana, Apolo, se puso celoso y aprovechando que Orión estaba nadando en el mar, desafío a Diana en puntería a acertarle a un punto negro que estaba en el mar. Diana aceptó el desafió y con certera puntería mató sin saberlo a Orión. Cuando el mar arrojó su cuerpo a la orilla, Diana lloró amargamente y lo ubicó en el firmamento donde aparece como un gigante, con cinturón, espada, piel de león y garrote.
Leyenda de la Cruz del Sur
Una tarde, hace muchísimos años, un grupo de hombres estaba cazando con boleadoras. Iban tras el rastro de un gran ñandú macho (kank) que se les venía escapando desde hacía tiempo. Muy arisco, no bien presentía la presencia humana huía velozmente hasta quedar fuera del alcance de sus perseguidores. Esa tarde en particular acababa de llover y entre las nubes había salido el sol que se iba poniendo lentamente.
Los hombres lo fueron cercando, pero el ñandú se escapó otra vez y enfiló hacia el sur. Los cazadores corrieron tras de él, arrojándole flechas y boleadoras. Pero ninguna pudo alcanzar al escurridizo animal.
La persecución siguió. Más allá, sobre el filo de la meseta, hacia donde se dirigía el ñandú, el sol había pintado un hermoso arcoiris. Justo en ese momento, el más ligero y resistente de los cazadores, llamado Korkoronke, se acercó bastante. Pero el ñandú astuto, sabiéndose acorralado en el borde del abismo, giró bruscamente y, como si se lanzara al vacío, apoyó una de sus patas sobre el arco iris que surgía justamente desde allí. Y empezó a trepar por ese camino de colores con sus largas y elásticas zancadas.
Korkoronke quedó azorado. Pero se recuperó rápido y lanzó su boleadora de tres bolas en un último y desesperado intento por atraparlo. El viejo ñandú hizo un paso al costado y las boleadoras pasaron de largo. Así escapó para siempre de sus perseguidores quienes, al volver esa noche tuvieron que soportar las burlas de todo el campamento. Nadie les creyó la fantástica huida del ñandú por el camino del arco iris. Cuando cayó la noche el cielo les dio la razón, porque vieron brillar varias nuevas estrellas.
Dicen las abuelas tehuelches que una de las huellas que el ñandú dejó en su carrera sobre el arco iris quedó para siempre grabada en el cielo, dibujada con cuatro estrellas. La llamaron choiols, que significa "huella de ñandú en el cielo". Esta constelación no es otra que la cruz del sur, el inevitable punto de referencia de todos los caminantes y marinos del hemisferio austral.